martes, 19 de febrero de 2008

Letanía al día


Por las mañanas me he acostumbrado a rezar, al principio solo era por la idea de agradecer el haberme despertado tal como lo dicta una tradición judaíca que dice que tu alma, por la noches, vuelve a Dios y allí evaluas junto con él y las cortes celestiales si tu camino en la tierra es el adecuado con la misión que elegiste en el inicio de tu vida y si estos concuerdan, si tu misión y tus actos van de la mano vuelves a tu cuerpo todas las mañanas. Esto además de parecerme una linda historia me da mucho sentido pues al final siempre que amanezco siento que tengo nueva oportunidad para realizarme y ser otra persona con objetivos más claros y nueva chance a lo largo de día.
Ahora este rezo se ha extendido, de tres minutos que me tomaba rezar con devoción la mentada oración, estirarme para que el alma entre bien al cuerpo y programar mentalemente el día tal como lo recomiendan, el ritual se ha convertido en una hora y media consagrada al señor.
Algunos se preguntarán ¿por que dedicar tanto al señor? sobre todo pensando que ensima uno tiene que levantarse con tres horas de anticipación para que todo esto quepa en el día.
La simple oración se ha convertido en una letanía: hay que besar a los perros que se han subido a mi cama, dejarle a Luna el espacio caliente que hubo debajo mío, rascarle la panza a Nicolás y aceptar languetadas, así después de diez minutos de mimos, retozos animales y humanos además de apagar repetidamente el despertador me lavanto, hago el rezo del estiro e intento caminar por el pasillo a obscuras con un gato entre las piernas que no para de gritar sus propias oraciones, al fin llegó a la cocina y prendo la cafetera que requiere, por supuesto, de otra oración pues al parecer el café Illy le da algo, le hablo, la mimo en sus filtros, le pongo agua limpia le doy su bendición y apachurro el botón con la oración: Querida Krups, que el café Illy te aproveche, no lo desperdicies, no quiero café americano pues eres una cafetera express, así que contén el agua dentro para que esta no se escape por donde sea, que los granos del Illy quedén dentro tuyo y no en mi taza, amén.
Sí les digo que aún siendo mujer de fe, ésta con Krups no funciona, a decir verdad tampoco funciona mucho el caminar con la gata entre las piernas, ni dejar a los perros en mi cama, al final hacen todos su santa volundad pues aunque yo me tropieze con el gato o tenga que aceptar de buena gana mi cama con pelos y lagañas perrunas, el día no me da ni una pizca de esperanza.
Luego viene el ritual del café “express”, la taza salpicada y los granos por doquier acompañan el primer cigarro de la mañana, un trago de café una fumada y voy directo al baño que me espera con ansia, alli una postración, una exclamación y un salpiqueo hacen que mi alma y mi cuerpo se sientan más ligeros y que el hambre aparezca con un deseo claro de huevos tibios.
De alli voy a la cocina, la olla, el agua y la estufa. Sé que una vez que hierve el agua mis huevos necesitan tres Aves Marías con voz apresurada para que estos salgan en su punto, un padre nuestro con la llama apagada y listo, el pan con un Yo Pecador y la flama alta queda ni muy tostado ni muy suave, solo calientito. Aún tras rezar y rezar los perros aparecen, con cara de muertos de hambre cómo si las croquetas fueran una cosa espantosa, que según Federico no lo son, uno, dos y tres ¡fuera! no sirven para nada, asi que yo y mis huevos tibios nos volvemos uno aún con la mirada suplicante y la baba colgante de los peludos.
Vuelvo por el pasillo, la gata no está, se encuentra en el baño gritando a los cuatro vientos para que el grifo se abra, entonces llegó yo con mano encrispada a abrirle para que el sagrado líquido pase por las tuberías y que Nina observe con científico interes el caer del agua. Alli la dejo unos minutos por que si le cierro de vuelta reclama como si la estuvieran matando.
La cama me espera ahora tapizada, abro las ventanas para recibir el viento helado y el sonido martillante de la fuente, una inclinación y sacudir, una postración y estirar, sacudir, sacudir, sacudir, estirar, sacudir, sacudir, sacudir, estirar y listo la cama está hecha.
Luego la regadera, ésta parece que se enteró que a cada cosa en la casa requiere de su oración por que ahora también hay que dedicarle sus ensalmos y pases mágicos. Un Ave maría dame puntería y milimétricamente abro el agua caliente, cuando está aparece hay que abrir con más tacto el agua fría, Ave maría dame puntería, el agua está bien me meto y la méndiga me odia por que no pasan más de 3 minutos para que el agua se ponga ardiente, sé que una buena actitud a veces funciona en estos menesteres así que me rio y apago toda el agua para enjabonarme, una vez lista, tiritando, abro de vuelta el agua caliente y espero a que aparezca, ave maría dame puntería y abro el agua fría no pasan más de cinco minutos y el agua se pone ardiente de vuelta, me resuelvo a abrir la fría ahora santiguada y entonces todo se pone helado, y de vuelta a las mismas, cerrar las llaves y enjabonarme ahora con lágrimas en los ojos, a decir verdad me baño como si fuera novela por entregas y ensima mi nivel de estress se multiplica al cien, al fin salgo cuando lo logro y la gata esta alli por que adora tomar baños de vapor; hidrato mi cuerpo enrrojecido del agua caliente, me lavo los dientes y salgo a seguir con la letanía necesaria para continuar el día.